Con dos eventos en los cuales la juventud fue protagonista, Naciones Unidas conmemoró el Día internacional de la paz.
Entre las muchas formas en que suele definirse la paz, puede decirse también que es la oportunidad de reencontrarse unos con otros y reconocerse como iguales, con la misma dignidad y los mismos derechos. Este 21 de septiembre se conmemoró en El Salvador, como en todo el mundo, el Día Internacional de la Paz.
La conmemoración se realizó con dos eventos diferentes en su naturaleza, pero iguales en su objetivo y sus destinatarios. Uno de estos, incluyó el Surf como actividad principal, y fue organizado en el marco de un proyecto de promoción de paz desarrollado en tres localidades que tienen costa en el Océano Pacífico salvadoreño, es significativo que el mar que baña estas costas tenga ese nombre. El proyecto llamado “Jóvenes por La Libertad” es implementado por tres agencias de las Naciones Unidas (PNUD, UNFPA y OIT) e incluye, como una de sus acciones, el apoyo a la masificación del Surf como una herramienta para reconstruir el tejido social en la zona.
Tamanique fue el lugar donde se realizó este 21 de septiembre el lanzamiento de la iniciativa de escuelas de “Surf por la paz”, y acogió a jóvenes locales y de Chiltiupán y del Puerto de La Libertad. Aunque los tres territorios están uno al lado del otro y tienen vida costera y agricultura como actividades comunes entre sus habitantes, hay pocos caminos que les conecten y quienes trabajan en hoteles y alojamientos de la zona, han enfrentado dificultades para regresar al final del día a sus hogares. Probablemente por esa razón algunos de los jóvenes definieron la paz como la posibilidad de conocerse y conectarse con sus pares de los territorios vecinos.
En el tiempo de ejecución de Jóvenes por la Libertad se ha corroborado la existencia de un tejido social poco articulado, que necesita el apoyo en la construcción de diálogo y acciones de cohesión social, así como para aumentar el rol positivo de las juventudes como constructores de paz, por lo que el deporte es un buen catalizador y el Surf aún más al estar, los tres lugares del departamento de La Libertad, en la zona de ejecución de la fase I del programa de desarrollo turístico Surf City.
El proyecto también ha desarrollado escuelas de liderazgo juvenil y, además, en una escala distinta, Jóvenes por La Libertad ha trabajado con los negocios de turismo para elaborar un protocolo que permita identificar y prevenir la trata de personas y la violencia de todo tipo, particularmente la de índole sexual. Así y con otras acciones de fortalecimiento del protagonismo de la juventud, el proyecto contribuye a la construcción de paz en estas localidades con mucha actividad turística y todavía con más potencial de desarrollo.
Diálogo intergeneracional
Otro grupo de jóvenes también conmemoró la paz reencontrándose con la historia y con parte de la generación que protagonizó una etapa reciente de esa historia, pero que ellos no conocieron de primera mano. En Antiguo Cuscatlán, en el mismo departamento de La Libertad, pero que forma parte de lo que se conoce como el área metropolitana de San Salvador, 68 jóvenes provenientes de San Vicente, Morazán, San Miguel, Cabañas, Chalatenango y de San Salvador dialogaron con mujeres víctimas del conflicto armado que vivió el país en la década de los 80 y parte de los 90 del siglo pasado.
Conocieron cómo la guerra marcó sus vidas y configuró la forma en que El Salvador valora hoy la paz.
“¿Cuánto dolor se requiere para llegar a la paz?” se preguntaba uno de los grupos de jóvenes en la reflexión final del diálogo.
“Defendiendo los derechos humanos, alcanzamos la paz” concluyó otro grupo en un mensaje leído por su relatora y que, según sus propias palabras, se basaban en el testimonio de las víctimas que escucharon previamente.
Este diálogo fue organizado por el proyecto “Guardianas por la paz”, que se implementa por UNODC, ONU Mujeres y el PNUD, y apoya el desarrollo de capacidades de las organizaciones de la sociedad civil, lideradas por mujeres, y que trabajan temas de justicia transicional, para retomar y resignificar sus lecciones del pasado y promover su participación e inclusión en la transformación de la sociedad post conflicto, a fin de contribuir en la construcción de una paz sostenible y respetuosa de los derechos humanos.
Guardianas, además, trabaja con las instituciones nacionales para el desarrollo de políticas y programas de justicia transicional que tengan en cuenta la perspectiva de género y la participación de las mujeres.
El diálogo con el que se conmemoró el Día internacional de la paz ha permitido trasladar la reflexión de las víctimas del conflicto armado a las nuevas generaciones.
“Te invito para que te motives a practicar continuamente tus principios y valores, con el fin de implementar acciones positivas para impulsar la paz como el respeto, diálogo, honestidad, justicia, equidad, libertad, articulando con todas las instancias correspondientes”, declaraba una carta que las víctimas del conflicto escribieron durante la actividad a los jóvenes participantes en el taller y que leyeron como cierre del evento.
“Nuestra historia no es tu experiencia, pero te ayudará a construir y vivir en paz”, concluían en su carta.
Este año, la conmemoración del Día internacional de la paz promovía el lema “Acciones para la paz: nuestra ambición para los Objetivos Mundiales” y se desarrolla solo un par de días después del cierre de la Cumbre de desarrollo sostenible.
"La paz es más necesaria que nunca. La guerra y los conflictos están provocando devastación, pobreza y hambre, y desplazando a decenas de millones de personas de sus hogares. El caos climático afecta a todo el planeta e incluso los países en los que reina la paz se ven sacudidos por enormes desigualdades y polarización política", declaró el Secretario General de las Naciones Unidas en su mensaje de esta conmemoración.
Ambas actividades, distintas en su naturaleza, tenían el mismo espíritu y coincidían con el mensaje de la conmemoración y del Secretario General: contribuir en la construcción de la convivencia pacífica promoviendo en la juventud valores para una cultura de paz sostenible y a la capacidad de reconocer al otro o la otra como su igual, con los mismos derechos y la misma dignidad.