En dos zonas alejadas geográficamente, José Flores y Glenda Mejía han dedicado su vida a acercar la salud a las comunidades, recorriendo largas distancias y caminos de difícil acceso.
“La gente me recibe porque en esos hogares hay niños, niñas, hay embarazadas, adultos mayores que esperan que el promotor lleve un mensaje de salud, de prevención, pero también de alegría, de que su salud va a estar bien”, cuenta José con más de veinte años de experiencia como promotor de salud en Morazán.
La OPS con el apoyo de Universal Health Coverage Partnership ha trabajado para beneficiar a más de 55 mil familias en condiciones de vulnerabilidad, fortaleciendo el trabajo de 373 promotores como José. Además, con el fin de reducir las brechas en el acceso a servicios de atención primaria de salud, se actualizó el curso que reciben para cumplir con esta función.
En Santo Domingo, Glenda, promotora de salud, lleva vacunas que salvan vidas. Una de las niñas que ha visitado es Angeline Anaya, quien a sus 10 años recibió una serie de vacunas, incluida la que le protege del virus de papiloma humano (VPH), principal causante del cáncer de cuello uterino en el país. En 2022, se produjeron más de 627 casos y 367 muertes por esta enfermedad. Por eso, para una niña de su edad es fundamental vacunarse y protegerse así contra las cepas que ocasionan hasta el 90% de estos casos.
“En nuestra comunidad, tenemos un grupo de jóvenes, y nos pidieron que viniéramos con nuestros padres un día para que Glenda pudiera explicarnos cuántas vacunas recibiríamos, a qué edad, y aclarar que la vacuna contra el VPH no causa esterilización, sino que previene el cáncer”, comparte Angeline.
Gracias a la colaboración entre el Ministerio de Salud y UNICEF, y el financiamiento del Gobierno de Canadá, los promotores de salud recibieron herramientas y suministros, incluidas tabletas, mochilas más grandes para materiales educativos e impermeables, y termos para mantener la cadena de frío de las vacunas.
“Antes era más difícil coordinar las campañas de vacunación porque no teníamos suficientes termos, y a veces no podíamos vacunar a todos. Ahora, cada promotor tiene su propio equipo, lo que nos permite programar más visitas, llevar más vacunas, hacer seguimiento de las dosis de refuerzo y asistir a las familias que no pueden ir a la unidad de salud”, explica.
En un país que enfrenta múltiples desafíos, estos promotores se han convertido en un símbolo de resiliencia y humanidad, demostrando que la empatía y el compromiso pueden transformar vidas.