UNICEF reflexiona sobre la necesidad de construir una economía amigable con la infancia
Para imaginar una economía amigable con la infancia, William Pleites realizó una retrospectiva de los modelos y las características la economía salvadoreña.
La crisis generada por la pandemia por COVID-19 ha puesto en evidencia las prioridades que el país ha postergado hasta ahora. El especialista en Políticas Sociales en UNICEF, Jimmy Vásquez, conversó de manera virtual con William Pleites, experto en economía y desarrollo, sobre lo que significaría para el futuro de El Salvador dejar de invertir oportunamente en la expansión de capacidades de las niñas, niños y adolescentes de hoy, quienes en el 2040 representarán cerca del 63 por ciento de la fuerza laboral nacional.
Para imaginar una economía amigable con la infancia, Pleites realizó una retrospectiva de cuáles han sido los modelos y las características que han definido a la economía salvadoreña durante las últimas décadas.
Pleites se refirió a un modelo económico único que no ha brindado una óptima atención a la principal fuente de riqueza de El Salvador: su gente. "Desde su nacimiento como república independiente, (el país) ha tenido una característica particular y es la escasa atención que se ha brindado a la expansión de las capacidades de las personas como el mecanismo más eficaz para ampliar sus opciones y oportunidades, que es lo que al final de cuentas constituye el desarrollo humano", afirma.
Para el miembro del Consejo Consultivo de Niñez de UNICEF, los países que se distinguen por su mejor desempeño y desarrollo humano son aquellos que dan prioridad a construir "una economía capaz de generar suficientes trabajos decentes y como consecuencia crecen de manera sostenida la productividad laboral, el empleo y los salarios reales devengados por los trabajadores".
No obstante, las características que han predominado en la economía salvadoreña han sido una baja capacidad de generación de trabajo decente, entendido como un trabajo con una remuneración adecuada, capaz de permitir un nivel de vida digna, y que garantiza protección social y un contrato laboral. Vásquez añadió que históricamente ha sido el empleo informal, la manera más común de emplearse en el país. “Este resultado en el mercado laboral, es fruto de la falta de inversión en etapas tempranas de la vida. De hecho, una persona subempleada tiene en promedio 7 años de estudios aprobados; en cambio, una persona que accede a trabajo decente tiene al menos 12 años de estudios aprobados”, acotó Vásquez.
"En los últimos 20 años apenas se han generado 14 mil empleos formales y de acuerdo con el comportamiento de la población económicamente activa el país necesita 70 mil empleos formales por año. El resto sobrevive en el sector informal.", sostuvo Pleites.
De tal manera que la apuesta de El Salvador ha sido "la exportación de bienes y servicios de baja complejidad o mano de obra que es lo que más se exporta". En este sentido, opinó que la crisis sanitaria por COVID-19 impactará sobre uno de los ejes principales de la economía salvadoreña que son las migraciones y las remesas.
"Para que esta economía funcionara en los últimos 40 años ha sido necesario que 60 mil personas salgan del país cada año en busca de oportunidades laborales. Estimo que, como promedio a lo largo de este año y debido a la pandemia, las remesas caerán un 20% y recordemos que las remesas representan cerca del 20% del PIB en El Salvador", señaló.
Recalcó que las crisis pueden ser abordadas con preocupación o con ocupación: "Hay personas que están haciendo cosas distintas para salir adelante y serán los líderes en el período que viene". A su juicio, esta crisis tendrá un efecto positivo importante: "y es que pondrá fin de manera definitiva a ese modelo perverso basado en la exportación de mano de obra que hemos tenido en los últimos años".
El conversatorio cerró con una cita planteada por el historiador salvadoreño Héctor Lindo-Fuentes en el análisis de la historia económica del país desde 1821 hasta la fecha: "son muchos los caminos que llevan al subdesarrollo". Pleites matizó la frase y subrayó que no sería posible imaginar una economía amigable con la infancia si no se tiene claro que: "hay muchos caminos que conducen hacia el desarrollo, pero hay uno que inexorablemente conduce al subdesarrollo, es la no inversión suficiente y oportuna en la infancia".